Pensamientos de un Escritor al Pedo III: Primera vez

Con un libro

Mi vieja y amada edición de El Señor de los Anillos

No creo tener un recuerdo más lindo en lo referido a los libros que mi primer lectura de El Señor de los Anillos. Fue una accidentada y ardua tarea que me propuse en el otoño del año 2004 cuando me di cuenta que si quería ser escritor tenía que leer y tenía que leer mucho. El problema en ese entonces era que me costaba bastante hacerlo. Todavía entonces me suponía un esfuerzo realmente grande y hasta entonces no había podido siquiera terminar Harry Potter o aun El Hobbit.

Lo cierto es que con respecto a Tolkien ya conocía muy bien la historia. Mi hermana me la había contado un millón de veces, había visto en varias ocasiones la película de Ralph Bakshi de 1978 y, desde ya me sabía de memoria las películas de Peter Jackson. Y creo que lo más difícil para mí fue darme cuenta de que el libro no era una historia sobre gente masacrando orcos como se ve en las adaptaciones del director previamente mencionado. Entré al libro buscando una acción al mejor estilo de Virgilio en la Eneida y me encontré con algo completamente distinto. Tan elevado, tan superior a esa vomitada comercial que me dejo culo para arriba.

Con una mezcla de orgullo y vergüenza puedo decir que "El Señor de los Anillos, la comunidad del anillo" es oficialmente el primer libro que leí entero en mi vida. Por un lado estaba decidido a demostrarme que me podía unir al club familiar de seguidores del profesor de Oxford y, por otro lado, me encontraba en una de esas etapas de la vida donde todo se descubre con un dejo de miedo  y fascinación.

A veces ciertos libros llegan en el momento adecuado de la vida y más tarde es imposible separarlos de todos esos recuerdos a contar borracho o en el diván del psicólogo. Para el año 2004 me encontraba en una suerte de primavera creativa que tuvo como resultado todo lo que he escrito desde entonces. Estaba descubriendo Blind Guardian y estaba muy enamorado de una mina. Tenía la sensibilidad adolecente en su punto culmine. Sentía que de pronto se había abierto una puerta hacia un lugar desconocido para mí que me llamaba con el irresistible canto de una sirena.

La lectura del primer tomo de El Señor de los Anillos despertaba en mi preguntas acerca de la Tierra Media muy similares a aquellas que solía hacerme sobre Star Wars y la vieja República de más pibe. ¿Cual había sido el origen de todo ese mundo? ¿Que había sido el reino de Angmar? ¿Que carajo era Tom Bombadil? ¿Quien fue Luthien Tinuviel? ¿Como fue que retornó Sauron a Mordor? Esa clase de preguntas me hacía mientras lo leía en la cama durante el otoño y el invierno frío de aquel año. Cuando me rateaba y me lo llevaba al Mc Donals de Av. de Avenida Rivadavia al 5000. Un local que escogía por estar lejos del colegio y lo suficientemente cerca de casa. Allí me abusaba de la promoción por la cual, comprando un sólo café te regalaban otro para el medio día. Incluso leía algunos pasajes en voz alta como cuando Aragorn le dice al temeroso Mantecona  una verdad que nadie quiere explicitar sobre los jinetes negros. 

"VIENEN DE MORDOR"

Y se podía fumar ¿Se acuerdan de esos ceniceros de cartón?

En esos humores cambiantes de la adolescencia he llegado a leerlo con una botella de Isenbeck y un tazón de pochoclo en la cama durante un domingo lluvioso  luego de algún desamor de esos tiempos. Iluminando mi lectura con una lamparita de velador color rojo sangre y, en otras ocasiones azul zafiro. A pesar de ser la viva imagen de la depresión adolecente y del escapismo mental hacia la fantasía nunca pensé que recordaría tan vividamente aquellos días. El capítulo de Lothlorien de mi vieja edición teñido de un azul élfico, el de Moria por el carmesí. Efectivamente estaba metiendo los dedos en el enchufe de la fantasía y parte de mí sentía terror de no poder volver a sacarlos nunca más. 

Personalmente siempre deteste la idea de que uno lee o escribe "para escaparte de la realidad" una frase hecha que repiten la gente que en su puta vida habrá pasado por un Psicólogo. En mi interior siempre supuse que la fantasía muchas veces es un género que propone atajos, tal y como los sueños que vienen  codificados quizás uno comprende mejor ciertas cosa a través de caminos mucho muy distintos dependiendo sus años y experiencias en la vida. 

En mi primer lectura todo lo referido a la oscuridad, el pasado  y la melancolía eran un imán muy fuerte para mí. Luego, ya de más grande empecé a entender mejor a Frodo y el concepto de "La carga" Como diría mi amigo Ariel Pytrell "Es una obra tan generosa" y Generosa es la palabra que mejor le cabe al trabajo de J.R.R Tolkien.

A pesar de haberlo releído casi a razón de una vez por año desde entonces, fue en el 2017 que hice una re lectura en la cual me sentí efectivamente como a mis 16 años. A menudo suelo pensar que tengo recuerdos falsos de aquel primer encuentro con el libro. Le preguntó a mi hermana "Che pero ¿No hay una parte donde los Hobbits pasan por unas ruinas y Tom menciona algo de unas reyes que se cagaban a palos?" Sin importar el año, su respuesta siempre genera en mi la misma expectativa que cuando era chico.

Y esos misterios siempre estan cada vez vuelvo a poner en mis manos mi vieja edición de Minotauro. Cuando se acercan algunos capítulos me pregunto "¿Sera acá que Merry menciona a los hombres de Carn Dûm?" "¿Sera acá donde Gandalf explica a Pippin sobre Gondor y sus reyes que hacian preguntas a las estrellas?"  Ni decir que las partes que más atesoro del libro ni pintan en la película. Mi parte favorita es y sera cuando salen de Hobbiton hacia Bree encontrandose con el gordo Bolger, el granjero Maggot y Tom Bombadill. No casualmente la parte del libro donde toda la tierra media esta por descubrirse desde los amables caminos de la Comarca hasta el aun lejano país de Mordor, donde arrecian las sombras.  

¿Cual ha sido su primer experiencia con su libro favorito? ¡Cuenten y comenten!