La Saga de Volsung
Parte II
El escape de Sigmund
Ya todas las estrellas iluminaban la negra noche sobre los cielos de Gotland. En rededor del pobre Sigmund, atado a majestuoso pino del bosque, se escuchaba el rumor de las criaturas de la noche. Llevaba así dos dias, y vio como sus dos hermanos menores fueron devorados por una loba gigantesca de mirada ardiente que aparecía desde las sombras para cegar la vida de sus presas. No las devoraba, sólo las mataba, porque era malvada y despiadada.
Una Loba se devora a los Hermanos de Sigmund |
Sigmund estaba seguro de que esta tercer jornada le tocaría a el, pues nadie quedaba a la vista. Y en el cansancio y desesperación se arrepintió de no haber entregado la espada a Sigger. Pero cada vez que caía en estos pensamientos recordaba a su padre Volsung, que cayó bajo la espada del malvado rey cuando salió a celebrar su esperada victoria. Aquellas cavilaciones alimentaban sus deseos de huir lejos de esa tierra maldita junto a Signy, y volver a la hermosa Branstock para reír bajo el arbol-hogar.
Mientras se hallaba en esta hora tan oscura, escucho pasos detrás de el. Por un momento temió que se tratara de la gran loba y cerró sus ojos esperando el garraso final que le llevara al Valhalla. Ya estaba soñando con el puente arcoiris y el salón de Odin cuando sintió que una mano le untaba una espesa y deliciosa miel en el rostro. - Esto es de parte de vuestra hermana, señor Sigmund- Dijo en un susurro una sirviente de Signy que no había sido enviada con otro propósito que este. - Espera ¿acaso quieres que esa loba llegue aquí mas rápido de lo que debe? ¿Mi hermana quiere darme así una muerte mas veloz?- Pero la misteriosa mujer se fue de allí tan rápido como llego y Sigmund no volvió a verla.
Su nombre era Freyda, la de pasos furtivos. Tal sirvienta volvió a hurtadillas al castillo de Gotland y comunico a Signy que la tarea encomendada había sido llevada a cabo como ella le pidió. Signy se desvivió en agradecimientos hacia ella y torno sus ojos al bosque, agudizando sus oídos esperando no oír el grito de su hermano.
Tal y como Sigmund esperaba, de entre los negros arboles que se cerraban en torno a sí, emergió la terrible figura de la loba, cuyo nombre se ha perdido en los anales del tiempo. El pelaje negro como el palio oscuro que cubría el mundo en ese entonces, y los ojos de color ámbar tan centelleantes como el fuego del Hel. Sus enormes colmillos relucieron asesinos ante la luna llena, pero en vez de lanzarse sobre Sigmund con la rapidez característica, se dedico a lamer la miel tan deliciosa que Freyda había untado en el semblante del ultimo varón Volsung. Pues el aroma de ese liquido le era tan preciado como la propia luna llena, a la cual adoraba.
Sigmund, que de sus hermanos era el mas inteligente comprendió de inmediato el plan de su pequeña hermana y tan pronto como la lengua de esa horrenda criatura le paso cerca de su boca la mordió. Y con los dientes como terrible espada, o como masa homicida, se aferraron de ella. Tomada por sorpresa y muy encolerizada por la trampa la loba comenzó a retorcerse debido al dolor que le generaban los dientes del hombre. Y mientras luchaba por sacar su preciada lengua de su boca, una de sus filosas garras cortaron las cuerdas que sujetaban a Sigmund al árbol. Poco tiempo después de esto, producto de la herida murió desangrada.
Para asombro del joven, al caer al suelo derrotada la loba, esta se disfumino como emergida de una pesadilla para mostrar su verdadera forma, la de la madre de Sigger. Así de poderosa era la magia de esa bruja y así cayó por su propia malicie y deseo sin reparo. Sin esperar un segundo mas, Sigmund se interno en el bosque buscando como escapar de esta endemoniada tierra a la que había llegado por los avatares del destino. Y a pesar de que su corazón le pedía que fuera en busca de su hermana para llevarla de nuevo a casa, la prudencia lo venció y buscó un camino hacia las costas.
Sigmund Huye de Gotland en medio de los bosques |
En la noche Signy escuchó los profundos lamentos de la loba que retumbaron en los patios y muros de la fortaleza. Cuando los soldados fueron a echar una mirada por sobre las altas almenas se sintieron horrorizados. Todos menos Sigger, que conocía los secretos artilugios de su madre y desesperado envió a su tropa al bosque para averiguar lo que había sucedido.
Así la tropa de Gotland salió por las puertas principales del castillo gritando ordenes y llamando a mas soldados a unirse a la búsqueda del fugitivo, pues no tardaron en encontrar el cuerpo de la hechicera y las cuerdas destrozadas por sus garras. Pero para este momento Sigmund se encontraba lejos de ellos ya saliendo al sur del bosque.
Un ultimo obstáculo debía superar Sigmund antes de llegar de nuevo a su hogar, y este era una guardia montada en torno al barco que lo había traído a Gotland. El mismo ahora lucia el estandarte de sus enemigos y unos cuantos centinelas hacían guardia en torno a una fogata. Como si se tratara de un fantasma, cuyos pasos no pueden ser oídos y su figura se torna invisible , Sigmund se acerco hasta ellos y los fulminó con la espada de los enanos hasta que todos yacieron muertos a sus pies con los rostros tomados por el horror.
Pero, cuando se disponía a subir al bajel se dio cuenta que el solo no podría volver a ponerlo en el agua. Y los gritos de los soldados de Gotland ya llegaban desde los bosques y las luces de sus antorchas eran estrellas debajo de los cielos. Aquí, Sigmund se sintió desesperado y se preparaba para morir luchando con esos hombres cuando le llegaron las voces claras de su gente en Branstock desde las oscuras aguas del mar.
Sus compañeros llegan en su rescate |
Bañado por la luz de la luna llena llegaba otro barco, pero esta vez era tripulado por amigos que venían en busca de su rescate, pues les habían alcanzado los rumores sobre lo sucedido en Gotland. Ya con las tropas de Sigger pisandole los talones, Sigmund se lanzo a la mar para ser recogido por sus compatriotas. Una vez en el barco amigo, con gentes conocidas, ordeno que lanzaran flechas desde el mismo para hacer mayor la humillación de sus captores.
Todo esto supo Signy por la boca de los capitanes de su esposo, quienes andaban desconcertados por la gran hazaña del descendiente de Volsung. Sigger, reconociéndose derrotado, dejó de lado la cuestión. Mas, en el corazón de Signy la idea de la venganza estaba lejos de extinguirse.
Continuara...
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