Para mi amiga Carla, con la que siempre terminamos hablando de la Illiada
Después de una conversión breve y bastante aburrida el tipo se quedó dormido en la mesa. ¡En mí mesa! Era una noche preciosa en el centro de Villa Gesell, había ido específicamente a comprar un libro y leerlo en alguno de los bares de la avenida tres mientras me tomaba una botella de Quilmes; pero más que aventuras y acción en las playas de Illion termine en esta penosa situación.
Si mal no recuerdo esto ocurrió en el verano del año 2010 o 2011. Toda mi vida veranie en Villa Gesell y, como suele ocurrir cuando uno frecuenta una localidad costera en temporada hice allí muchos amigos en mi adolescencia que por suerte mantengo hasta el día de hoy. Sin embargo ya para estos años la mayoría de ellos llegaban para Febrero. Es decir que además de tomar mate en la playa al lado de mi vieja y escribir un poco de trasnoche en mi casa no tenía una absoluta porgona para hacer.
Sin embargo quien les escribe sabe disfrutar de la soledad desde una edad temprana. Por lo que directamente empecé a salir solo. Después de cenar me tomaba el 504 y daba vueltas por el centro, miraba los locales, las librerías y los restoranes como una señora jubilada en su primer viaje a la costa atlántica.
En uno de esos recorridos llegue a una vistosa librería llamada "El Ventanal" que en ese entonces tenía una bella fachada que se asemejaba a una suerte de cabaña en el bosque o algo por el estilo. Este local de aspecto rústico y hippon ofrecía una enorme gama de clásicos por dos mangos con cincuenta. Lo recordaba porque el año anterior había adquirido allí "La Divina Comedia" por el módico precio de 25 pesos.
Decidí comprarme "La Illiada" el último de los clásicos que me faltaba por leer. Sin embargo ya desde el momento que lo compre las cosas salieron raras. Para arrancar no encontraba a alguien que me atendiera. El tipo que se paraba al lado de la caja (de un extraño acento cubano) miraba y sonreía como si fuera el dueño. Voy y le digo "Bueno, me llevo este" a lo que el calvo señor me responde "Ahhh bueno, sí. Muy bien. Buena elección" No se mueve un centímetro y sigue sonriendo a la gente que entra al local. Le insistó "¿Me cobras por favor?" El sujeto se ríe y me dice "No, no...yo no soy de acá." Al rato apareció un rubio lungo y me cobró con el menor entusiasmo posible.
Como mi plan esa noche era beber, fumar y leer, me fui al costado del local donde tenían unas mesitas en las cuales servían bebidas. Me senté en una mesa junto al libro que acababa de comprar y espere a que me atendieran. De nuevo no había nadie en la barra o la caja del seudo Bar. La única camarera estaba embelesada con el Hippie que estaba gritando a todo trapo "Para los pobres pan y para los ricos mierda, mierda" junto a su guitarra criolla acompañado por la mínima audiencia que tenía para entonces en fervor revolucionario. Uno que hubiera acompañado con gusto...¡Si me hubieran atendido!
A los diez minutos empecé a ponerme un poco ansioso. Era Villa Gesell, plena temporada de Enero, acababa de comprarles un libro, quería darles mi plata a cambio de una cerveza fría y unos manís de cuarta (y eso que decían que había faltante ese verano por culpa de Guillermo Moreno y también te los cobraban) y estos tipos no daban pie con bola. Mire la hora, eran las 12:30. Era el único pelotudo sentado ahí. Se suponía que deberían estar ardiendo de actividad comercial como todo el resto de la villa para entonces. Pero al parecer las canciones de la guerra civil española debían de ser una suerte de recital privado para las dos camareras y el pelado cubano.
La cosa es que me hinche las bolas y terminé en un bar que esta siempre abierto en el centro, llamado "Cachavacha" Ahora bien, no me mal interpreten. Pero a mi edad entonces terminar en "Cachavacha" era como ir al bar donde va tu tía y la vecina cuando se juntan a comer masitas. Sin embargo yo estaba decidido y si me quedaban dudas vi que vendían las Quilmes de 3/4 a sólo 15 pesos. Esa era la cantidad justa de Cerveza que podía ingerir mientras leía si me interesaba realmente entender lo que estaba leyendo...
Justito Homero no sería el mejor autor para leer medio en pedo
Me senté afuera, en una de esas mesas largas que da a la 3 frente a un Havanna. Desde allí, si me aburría, podía ver a las chicas que iban a bailar, pispear que carajo hacía la policía, reírme de los malones de borrachos que bajaban del 504 a tres cuadras de allá y tener aire fresco. Todo genial. Me atendieron al toque y de primera, me trajeron cerveza y hasta me di cuenta que me alcanzaba para pedir un platito con jamón crudo.
Ya estaba a mis anchas, leyendo como la cólera de Aquiles ponía en peligro toda la ambición de Agamenon cuando noté que frente a mí mesa había un borracho perdido con un ligero parecido a Ricardo La Volpe que estaba molestando a la camarera. Una piba linda y muy simpática. La chica le dice que se calme y el tipo se va para el baño tambaleándose. Cuando vuelve se sienta nada más y nada menos que en mi mesa.
Mi putisima mesa.
No se si se dio cuenta que yo estaba desesperado por compañía (aunque no precisamente la de él) si lo hizo a propósito o si simplemente era un Drink Warrior local en una de sus muchas borracheras. Pero la cosa es que el sujeto se sentó frente a mí y me preguntó "¿Que estas leyendo? ¡Hip!" y yo, que además de buen educado soy bastante pelotudo le dije "La Illiada"
Tenía la convicción que íbamos a intercambiar dos palabras y se iba a ir a su casa. Pero el tipo se puso a hablar durante largos minutos de cosas inteligibles. Su boca de labios anchos bajo un bigote prominente escupía toda clase de balbuceos etílicos de los cuales apenas podía rescatar dos o tres palabras.
Supongo que muchos de ustedes habrían ido de inmediato a la caja de Cachavacha a decir "AUXILIO UN BORRACHO" pero la verdad es que a mi nunca me gusto ponerme en el papel de buchón, ni siquiera en esta ridícula situación. Por lo que, en un momento simplemente deje de prestarle atención y me concentre en mi lectura rogando porque la camarera se diera cuenta de que este chabon estaba en cualquiera.
No había terminado leer como Aquiles manda a lavar los platos a la mitad de los reyes del peloponeso cuando empiezo a escuchar ronquidos. La Volpe versión Villa Gesell se acababa de desplomar sobre mí mesa y no daba mayores señales de vida que el ir y venir de su gordo vientre.Allí apareció mi amor propio, también impulsado por la cobardía. "Estoy de vacaciones, estoy en villa gesell. Quiero leer, comer maní, fumar e irme a mi casa. No puedo ser tan pelotudo...." Con cierto rubor en mi pálido rostro le explique la situación a la moza. Roja como un tomate se le puso la cara y llevándose una mano a la boca me rogó que la disculpara por no haberse dado cuenta.
Resulta que este sujeto hacía lo mismo todas las noches. Iba a Cachavacha, se ponía un pedo atómico todas las noches y le decía guarangadas a la pobre piba. Cuando no le alcanzaba con eso se sentaba en mesas ajenas a sacar conversión hasta que se iba o lo rajaban. Tardamos un buen rato en despertarlo y este sin decir palabra pareció caer en lo que había ocurrido y parpadeando como venido del país del ensueño simplemente pagó y se fue. Le dí la mano con una sonrisa genuina y le dije que no había ningún problema. Tambaleándose, se alejó por la avenida 3 en dirección al sur desvaneciéndose entre carteles de Neón e histéricos adolecentes.
Al fin y al cabo yo no tenía nada mejor que hacer y por lo menos la aventura con el borracho resultó en algo bastante más interesante que una solitaria recorrida por un centro gesellino que a mis 23 años me lo conocía mejor que Hector a su amada Troya.
Desde entonces Cachavacha se transformó en mi lugar predilecto para tomar una birra, leer un libro y comer maní. Un maní que no cobraban por tener algún extraño y espurio arreglo con la secretaria de comercio de Guillermo Moreno.
¿Tienen algun bar favorito donde vayan a leer? ¿Han tenido que verselas con la Fauna usual de estos lugares? ¡Cuenten y comenten!